El novelista no es un investigador, juega con su imaginación y maneja sus sueños. Pero cuando el novelista tiene la osadía de enfrentarse a un personaje real tiene primero que introducirse en la vida del mismo, en los sucesos y vericuetos de su trayectoria, y sólo cuando percibe las liviandades o excesos de los historiadores o los relatores puede adentrarse en la personalidad del retratado, en sus miedos y limitaciones, pero también en sus convicciones y aciertos. Y ahí reside la libertad del novelista que imagina, deduce, construye a partir ya de una mirada personal que puede ser más o menos certera pero que no deja de ser suya.
El novelista, la novelista en este caso, se enamora del personaje, le vive como cercano, cree entenderle y le da forma con sus contradicciones y vacilaciones, sus cambios de carácter, sus humores, sus reacciones contradictorias a veces, pero siempre humanas, ante los distintos acontecimientos que le toca vivir desde la infancia. Y más aún cuando es alguien con poder absoluto sobre la vida de las gentes y está rodeado de personas con intereses contrapuestos, que intentan conducirle, influirle o combatirle.
Lourdes Ortiz nos brinda su mirada sobre el rey Alfonso X, al que recoge en la última etapa de su vida, cuando los nobles del reino y sus propios hijos se han rebelado contra él. La autora se adentra en la mente del rey, en sus conflictos y dudas y, a veces, en su arrepentimiento o simplemente en su ira. Un rey es un rey. Pero él es un hombre enfermo recluido en el Alcázar de Sevilla, sin apenas poder moverse.
La novelista nos ofrece así un relato de su vida a través de su conciencia y recuerdos: la relación conflictiva con su padre, el gran Fernando, con sus hermanos e hijos, con los nobles rebeldes y también con su infatigable y poderosa abuela. Van reconstruyéndose así momentos diferentes y claves de su reinado, de sus batallas y conquistas, pero también y sobre todo se nos muestra el lado humano del monarca, solo y abandonado por todos.
La novela nos brinda una extraordinaria mirada personal sobre la figura de un rey que ha atrapado nuestra atención por sus preocupaciones intelectuales, su amor a los textos y a la música, su creatividad y su gusto por el conocimiento. Alfonso X revive en estas páginas.
Lourdes Ortiz (Madrid, 1943) es licenciada en Geografía e historia por la Complutense de Madrid. Fue profesora en la Real escuela superior de Arte Dramático hasta el año 2003, donde impartía Teoría e Historia del Arte y de la que fue directora (1991-93). Ha compaginado durante todos esos años la enseñanza y la escritura y colaborado en medios de comunicación con artículos en prensa (El País, El Mundo, Diario 16…) y con diversas tertulias en radio y televisión, preocupada siempre por los temas de índole social (las mujeres, la emigración, la explotación o las guerras). Hasta el 2013 fue vocal del Real Patronato de la Biblioteca Nacional.
Entre sus novelas están Luz de la memoria, Picadura mortal, En días como estos, Arcángeles,Ante la batalla, Urraca, Cara de niño, La liberta, Las manos de Velázquez y La fuente de la vida, con la que fue finalista del premio Planeta (1995).
Entre sus obras de teatro cuenta con Penteo, Fedra, Cenicienta, Electra-Babel, Dido en los infiernos, El cascabel al gato, Olivia y Macedonia, La guarida, Las últimas noches de Luis de Baviera, El local de Bernardeta, Jardín, convento, capirote, pena y María y sus vecinas.
Entre sus ensayos, con Rimbaud, Escritos políticos de Larra, Camas, El sueño de la pasión. Un recorrido por la literatura desde la Antigüedad hasta principios del s. XX y Don Juan, el deseo y las mujeres.
Ha publicado numerosos relatos y de ellos tres antologías: Los motivos de Circe, Fátima de los naufragios y Ojos de gato, y traducido diversas obras del francés (de Bataille, Sade, Flaubert, Tournier...), así como ha formado parte a lo largo de los años de distintos jurados literarios.