Niebla y sangre. Dos elementos cuya simbología continúa retumbando a través de los tiempos. Para las mitologías de algunos pueblos primitivos, la niebla es la materia prima del universo. De ella surgió un todo que se fue condensando en esencia y espacio. Si regamos esa masa primigenia con sangre, tenemos el caldo de cultivo idóneo para hacer brotar todo tipo de historias. Siguiendo la estela de aquellos pioneros de la narrativa, diecinueve autores, de muy diversos estilos y procedencias, se reúnen en esta antología para contar lo que a ellos les inspiran estas dos potentes palabras.
Multitud de géneros, multitud de puntos de vista compartiendo un mismo espacio, pero con un denominador común: la inquietud que nos sobrecoge el alma y nos hace plantearnos muchas cosas, sin dejarnos, en ningún momento, indiferentes.
Magníficamente prologados por Santiago Posteguillo, tenemos aquí una serie de bocados exquisitos de extraordinaria variedad que harán que su lectura se convierta en una caja de sorpresas, pues el lector nunca sabe qué va a esperarle en el cuento siguiente, a la vuelta de aquella esquina envuelta en el sudario de la bruma. Tenga cuidado aquel que se adentre en sus páginas. Son pocos los que salieron indemnes, al descubrir lo que había más allá del velo.