La búsqueda de lo eterno, la base inevitable de este Diario de la eternidad, forma parte también ineludible del patrimonio heredado de nuestros ancestros: un legado impreso en los genes decomisado hoy en día por el abuso tecnológico y por un nivel insuficiente de compromiso vital.
Pero el ser humano no ha creado el ADN, el cerebro o las estrellas y, aunque se haga pasar por el piano que compuso el concierto, su destino es perecer como el resto de las formas materiales: siendo apenas una etapa de la vida, el tiempo constituye su némesis. De todas las dimensiones físicas, se yergue la más restrictiva, lo que no impide que figuras como Albert Einstein duden de su autenticidad.
Aún así, la luz de nuestra mente es la luz del mundo. Si la ciencia se estrella de manera reiterada contra un muro a la hora de discernir la conciencia, cualquier código de valores reposa debajo de un ominoso asterisco. ¿Por qué nos hallamos despiertos?, ¿a qué llamamos objetivo?, ¿qué representan el amor compasivo y su opuesto, el aislamiento?, son el tipo de preguntas que los poderes sociales no desean que nos formulemos.
En definitiva, la precariedad de lo efímero es el germen último del pensamiento, y la experiencia de estar en el mundo una ecuación misteriosa que en parte podemos desentrañar. Asociada a la conciencia, especula con lo imperecedero, originando la capacidad de soñar.
Como investigador del genoma, Juan Vicente Monte recorre así sus bases científicas, transita el plano filosófico y se detiene en el arte y la mística, partiendo de sus experiencias íntimas después de una vida de indagación y destierro interior voluntario.
Juan Vicente Monte (Madrid, 1960) es Doctor en Filosofía de la Ciencia (Ph. D.) por la Universidad de Missouri y ha compaginado su actividad de investigador del genoma de cereales, participando en proyectos internacionales, con el mundo de la empresa, aunque sus pasiones más íntimas son la meditación zen, la búsqueda introspectiva de respuestas al misterio que envuelve la condición humana, y la música clásica. En su faceta de novelista ha escrito Cuarteto para un concierto final y Paso a tres, ambas editadas por Ediciones Evohé.