Una ciudad cualquiera de este país. Un barrio cualquiera. Seis personajes tejen durante tres días sus vidas. Cada uno de ellos arrastra su historia, sus alegrías, sus deseos, sus contradicciones: el anciano que aprendió a volar y a sembrar panes y peces en las aceras mientras espera a su hijo muerto. Su nuera, viuda y amante del novio que no tuvo en su juventud y del recuerdo vivo y doloroso de su esposo. El panadero jorobado, enamorado y dolido con la vida, que tiene un amor, un deseo oculto. La prostituta brasileña que huye y enfrenta su pasado con un futuro mejor junto a su hijo al que abandonó y que nació con suerte. El inmigrante marroquí, obrero y ateo, que sueña con construir un futuro para su familia lejos de sus raíces. El joven adolescente, hijo de un policía, que busca su espacio personal en un barrio con graves problemas y peligros potenciales para alguien de su edad. El policía enamorado, seguro de sí mismo, sabedor de su poder.
Todos ellos son perros. Perros cojos, perros heridos, perros que se cruzan, se saludan, se odian y se aman durante tres días mientras son contemplados desde un carro de supermercado por un cachorro blanco.
Fernando Sanz Félez nos hace afortunados testigos de todo ello en esta su primera novela, que no será, sin duda, la última.